En un mundo que latigue a velocidad sin igual, la capacidad de dominar nuestras emociones se convierte en una fortaleza fundamental para lograr el éxito y la felicidad. Las emociones son fuertes, pero no deben controlarnos. Al aprender a comprender nuestro estado emocional, podemos tomar las riendas de nuestra vida y alcanzar nuestros objetivos.